Estas navidades estuvimos recorriendo el norte y este de Suiza. ¡Qué bonito era todo! ¡Y qué frío!
Uno de los días tocaba visitar Zúrich y aprovechamos para quedar con unos amigos suizos que viven ahí. Lo pasamos de maravilla. Siempre da gusto estar un rato charlando con gente con la que compartes cosas. Además, les presentamos a nuestro hijo, ya que sólo le habían visto en foto.
La pareja suiza con la que quedamos hablan alemán, pero toda nuestra tarde la pasamos hablando inglés. Incluso ellos se dirigían a mi peque en inglés y sobretodo ella, a veces le decía monerías en alemán. A mí me hacía mucha gracia, porque yo lo repetía, aunque no tenía ni idea de lo que le estaba diciendo. Fue divertido y era verdaderamente agradable poder comunicarse en una lengua con la que todos nos sentíamos cómodos y podíamos expresarnos perfectamente.
¿Y qué fue lo mejor de todo? Que, en esa situación, el hablar a mi hijo en inglés me resultaba de lo más natural.
A mi alrededor, son muchas las personas que hablan bastante bien inglés. Sin embargo, algunos familiares y amigos no lo dominan o no saben nada de inglés. Personalmente, pienso que eso no es un problema para seguir llevando a cabo la crianza de mi hijo de forma bilingüe no nativa, pero sí que es cierto, que tengo una sensación diferente al hablar a mi peque si estoy rodeada de personas que saben inglés o si estoy rodeada de otras que no saben.